Son las señales que no llevan a
realizar actos apegados a lo que sentimos en el momento, son esas señales que
interpretamos a nuestro modo, en búsqueda de lo perdido o necesitado. Llega el
punto en que la rutina o esa serie de actividades que se repiten una y otra vez
hacen que aparezca la sensación de no hacer algo productivo para con uno mismo,
no se refiere a la soledad o a falta de amor o necesidad de llamar la atención,
no, en mi caso es esa busque de reencontrarme con lo que verdaderamente soy,
esas señales me llevan a escribir (como no lo hacía desde hace tiempo), me
permite reconsiderar en muchas cosas que deseo hacer, metas que se me han
traspapelado en este escritorio llamado vida, mientras realizo actividades
rutinarias (y que a veces no son necesarias). Bastó que ocurran muchas cosas y
que este libro que compré (que por razones económicas lo tenía “pendiente”
hasta que un impulso me llevó a regalármelo) lo que me hace entender esas “señales”.
Pasamos la vida desaprovechando
oportunidades o dejándolas para después, ocurriendo más adelante este tipo de
procesos como el que estoy viviendo. Muchas situaciones del presente me hacen
sumamente feliz y agradecida con Dios, deje las nostalgias, me siento estable
emocionalmente, río, lloro, como todos además que siento y percibo que lo que
quiero, por lo que trabajo ahorita, una de mis metas más grandes, está realizándose,
pero me refiero a esa parte espiritual, esa que he tomado mucho más en cuenta
de algunos años hacia acá, es la que quiere extender mucho mas el alcance que
tiene ahora y es por ello que vienen a mí una serie de preguntas que necesitan
respuestas, esa curiosidad de descubrir mucho mas mi potencial, es como que si
mi alma quiere más protagonismo en mi vida para opacar esa atención que le doy
a mi lado humano. No siento esa necesidad de huir o alejarme sino más bien
equilibrar esas energías, más a aprovechar mi crecimiento interno que externo,
encontrar ese punto donde ellas cohabiten naturalmente, siempre explorando y
mejorando el desarrollo que me exige mi alma. Es un camino que me la paso
observando sin hacer nada, a veces estoy mucho más concentrada, en otras no
tanto pero ese despertar que ha ocurrido quiere su puesto y al mismo tiempo no
ser absorbido por la rutina, de lo que rige mi lado visceral, es esa vocecita
interior que pide que cultive mi alma, que le preste la atención debida, que la
alimente, que la haga crecer pero sin abandonar mi lado humano.
"La rutina es el hábito de renunciar a pensar." José Ingenieros